Volver
“BIG MAGIC”
febrero 24, 2023

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizás no merezcamos existir…”.

José de Saramago.

 

En algún momento de estas últimas semanas perdí mi inspiración. No he sido capaz de escribir, de poner negro sobre blanco algo motivador que resonara en mi mente o en mi corazón. Preocupante. Dice Elisabeth Gilbert en su libro “Big Magic” que uno debe estar abierto y atento a las ideas porque ellas buscan mentes despiertas, de tal forma que, si uno se encierra, si uno no está receptivo, esas ideas no esperan y se van en busca de otra mente que tenga las ganas de interiorizarlas y la voluntad de aterrizarlas.

 

Y justamente eso es lo que me ha pasado a mí. En estas últimas semanas en las que, por alguna o varias razones, he desintonizado de mí, del mundo, de mi realidad tangible, si bien he sentido el revolotear de alguna idea que trataba de captar mi atención, mi falta de tiempo y de energía y, sobre todo, mi hermetismo, no le han dado el espacio suficiente para arraigar y, mucho menos, para expandirse. Digamos que en estos días de silencio creativo he sobrevivido a base de sucumbir a una inercia adormilada, de dejarme llevar por una rutina muy bien integrada, arrastrando las cadenas que consisten en tratar de avanzar responsablemente en medio del desorden. En esa fase de ruido, de desubicación, de cierta falta de control consciente, de poco sirve fustigarse por no ser capaz de recobrar la esencia y la motivación. Bastante tiene uno ya con sobrellevar el día a día con cierta dignidad y elegancia. Superada esa fase es cuando uno puede permitirse plantearse establecer cierto orden en el caos.

 

Y es ahí, tratando de ponerme en orden, donde he descubierto (o más bien, he recordado, porque eso ya lo sabía) que una parte de mí es profundamente responsable, organizada y perfeccionista. Pero otra parte de mí es profundamente idealista, soñadora y disruptiva. Pero entonces, ¿qué se supone que soy: una responsable idealista o una idealista responsable? Porque no es lo mismo…

 

Me he dado cuenta de que cuando me desconecto de mí misma, la parte responsable coge las riendas, activándose frenéticamente y desbancando a mi idealismo. Así que, por inercia pero sin motivación, ejecuto bajo el mandato de la obligación, de la necesidad, de lo políticamente correcto, ahogando por completo mi parte más natural y transgresora. Ese desequilibrio liderado por el lado controlador que, a su vez, pisotea mi esencia soñadora, provoca que actúe de forma totalmente reactiva, incrementando la tensión, la presión, el estrés, el sometimiento (entendido como antónimo de fluir), el malestar físico y el emocional. Y esa descompensación, unida a la cadencia de la rutina, provoca, inexorablemente, matar a cañonazos mi creatividad. Para salir de mi exceso de responsabilidad y poder recuperar el equilibrio (que se consigue reanimando mi lado rebelde), necesito frenar, respirar, reconocer y aceptar. En ese orden. En definitiva, necesito reconectar.

 

Y me he dado cuenta de que cuando me centro, cuando recompongo mi equilibrio, se reactiva mi creatividad y de forma casi inmediata, mi esencia me lleva rápidamente a decantar la balanza, esta vez, hacia el lado idealista, zarandeando todos mis sueños. Pero lo hace de forma sutil, sin desbocamientos, porque ese nuevo pero ligero desequilibrio no nace del caos sino del orden. Así que soy capaz (y me da cierto alivio hacerlo) de aplicar responsabilidad a mi inspiración, de tal forma que aterrizo mis sueños con un toque de realidad. Puedo decir que soy (en mi esencia) una idealista responsable. Pero también soy (en mi ego) una responsable idealista. Así que simplemente soy lo que mi historia y mis circunstancias me dejan que sea.

Montse Hernández

Recibe nuestra newsletter

Martínez Comín