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¿En qué situación se encuentra la economía catalana? ¿Qué futuro le espera?
enero 11, 2022

El pasado 24 de noviembre, Martínez Comín asistió a la ponencia “¿Hacia dónde va la economía catalana?”, impartida por Benito Arruñada, catedrático de Organización de Empresas en la Universitat Pompeu Fabra. Tuvo lugar en el Círculo Ecuestre de Barcelona, en el marco de “Las tertulias del Ecuestre y el Club Tocqueville”.

Arruñada comenzó su intervención afirmando que la economía catalana está aparcada en la riera y está viviendo una riada muy fuerte, haciendo a continuación una mención explícita al impacto generado por la COVID-19. Asimismo, se preguntó (e indirectamente nos preguntó) el porqué hacemos mal lo que hacemos mal.

Según los datos de los últimos meses que proporciona, el 25% de las ocupaciones de inmuebles que se producen en España tiene lugar en Cataluña, mientras que, en Madrid, este porcentaje se queda tan solo en el 10%. Asimismo, sostiene que Cataluña es la única Comunidad Autónoma en la que la población confía más en el Gobierno central que en el Gobierno autonómico, existiendo en esta, además, una profunda división sociológica y política.

Por otro lado, el Catedrático afirma que la inflación ha venido para quedarse, y que se requerirá una recesión para poder frenarla, con el objetivo de no acabar como Venezuela o Argentina. Menciona, como una de las medidas importantes para frenar la inflación, la bajada de los sueldos a los funcionarios.

También mantiene que el Estado del bienestar está basado en la ley de la oferta y la demanda en todos los aspectos, y considera que es un craso error actuar sobre la demanda y no sobre la oferta, la cual acaba permaneciendo rígida. Afirma que la actuación sobre la demanda se está incrementando a causa de la pandemia, y pone como ejemplo de ello las ayudas para la vivienda a los jóvenes y el bono cultural. Concluye, en ambos casos, que lo único que se consigue con esto es que los oferentes “se llenen los bolsillos” y se vuelvan cada vez menos eficientes, lo cual constituye, a largo plazo, una amenaza muy grave.

En lo que respecta al mercado laboral y a la fiscalidad, Arruñada estima, por un lado, que el recurso a los ERTE en los momentos de crisis generada por la COVID-19 puede constituir un “incentivo perverso”, en el sentido de que podríamos caer en la tentación de volver a utilizar este mecanismo en cualquier otra crisis que se nos presente en el futuro, aun cuando pudiera haber otras medidas más eficaces. Por otro lado, considera que es necesario reducir los impuestos del trabajo y aumentar otros, como aquellos que gravan el consumo.

Prosigue diciendo que “nuestro sistema fiscal premia al improductivo, premia la incompetencia”, de manera que “cuando alguien quiere producir, lo cargamos de impuestos”. A este fenómeno lo denomina fiscalidad envidiosa. Afirma, con respecto al IRPF, que los tipos medios son bajos y los tipos marginales son muy elevados. Y pone, como ejemplo de todo ello, una situación hipotética de dos trabajadores: ambos cobran 60.000 € brutos anuales, pero si uno de ellos se plantease dedicar más horas al día para llegar a los 100.000 €, se echaría para atrás al ver la gran cantidad de IRPF que tendría que pagar por ese salto de +40.000 €.

Sin marcharse del terreno de la fiscalidad, pero ya en otro ámbito distinto del laboral, el Catedrático critica el hecho de que el ITP (Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales) de Cataluña sea el más alto del mundo. De esta manera, afirma que aquí también sale castigada la persona móvil, esto es, el emprendedor, y acaba resultando beneficiada la persona estática. En este sentido, considera que se perjudica, con un ITP tan elevado, a aquellos que mueven recursos económicos a través de las compraventas.

Por otra parte, Arruñada volvió al plano laboral para manifestar que el Estatuto de los Trabajadores sigue impidiendo la libertad empresarial, apostando en demasía por las organizaciones sindicales. A este fenómeno lo denomina proteccionismo laboral”. Además, afirma que, con la regulación laboral que tenemos, las industrias tienden a huir, salvo que reciban subvenciones. En definitiva, concluye que Cataluña tiene unos costes laborales muy elevados.

De igual modo, opina que, tal y como se están sucediendo los acontecimientos, actualmente Cataluña iría mucho mejor con poca autonomía, siendo que se trata de uno de los territorios con peores niveles de Governance de toda Europea. De hecho, mantiene que “el autogobierno ha perjudicado y perjudica a la economía catalana”. Con respecto a esta cuestión, Arruñada propone, como solución, la consecución de un autogobierno eficaz, el cual pasa, en estos momentos, por reducir el autogobierno o por cambiar las reglas del autogobierno actual.

En último término, el Catedrático se mostró muy poco esperanzador con respecto a las perspectivas de futuro de la economía catalana. Y sostiene que ello se debe a que poco podemos hacer desde aquí, puesto que dependemos tanto de España como de la Unión Europea. Específicamente, menciona que nuestra “Constitución económica” son los Tratados Europeos, por lo que el espacio para la autodecisión es muy escaso. En definitiva, mantiene que La riada en España nos pilla nadando desnudos”.

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Martínez Comín