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PANTALÓN LARGO GRANATE Y BLUSA BLANCA
julio 8, 2022

“Lo que otras personas piensen de ti es su realidad, no la tuya”

Esta tarde, al recoger a mi hija mayor, que llegaba de excursión, nos hemos cruzado con una chica con anorexia. No, no la conozco, no sé cuál es su dolencia ni su historia, y no soy nadie para etiquetarla, pero es así, esa chica tenía (tiene) anorexia. Yo he seguido mi paso normalmente, haciendo ver que no me impactaba y apartando la mirada, para que no se sintiese observada, para no ofender. Pero al segundo, mi hija mayor me ha exclamado: “mami, ¿¡qué le pasa a esa chica, por qué está tan delgada!? ¿¡Es normal!?” Y yo, simplemente he respondido: “no hija, no es normal. Creo que está enferma”. A lo que mi otra hija, la pequeña, ha añadido: “mami, y yo, que siempre estoy malita (porque llevamos una temporada que, tela), entonces, ¿soy como ella?” Mi respuesta ha sido tajante: “hay una diferencia abismal, peque: tú no comes porque estás malita. Ella, al revés: está malita porque no come”. Y las dos, bueno, las tres, hemos guardado silencio. Y en ese momento, a la velocidad de un rayo, he empezado a imaginarme cómo serán ellas de mayores y qué tonterías podrán decirles en el colegio, en la calle, sus parejas, sus no-amigos…. Y que tal vez, mi preocupación de mañana sea, lamentablemente, que no comen porque se ven o les dicen que están gordas. Y es así. Yo no sé qué habrá llevado a la chica de pantalón largo granate y blusa blanca a verse gorda, pero seguro que hay personas o personitas que no han ayudado en su camino. Que sí, que es una enfermedad mental, de uno mismo consigo mismo, de una lucha con el espejo, pero no nos engañemos, que los complejos nos llegan por el “qué dirán”. Si nos importase un pepino lo que opinan los demás no habría ni la mitad de las enfermedades mentales que hay. Y entonces, ha llegado la hora de cenar. Y mi hija mayor ha sacado la conversación de la chica de pantalón largo granate y blusa blanca. Y me pregunta: “mami, ¿por qué esa chica dices que no come?”. Y la respuesta ha pretendido ser básica: “porque a la vista está que su cuerpo ha enfermado por no comer”. Y de ahí hemos llegado a una conversación temprana en edad y tardía en tiempos, porque ha durado demasiado para lo que una niña de 8 años debe preguntarse. Pero he considerado que merecía la pena, porque sigue estando en el orden del día, porque hay personas que sufren abuso escolar, familiar, de amistades, de ellas mismas con ellas mismas… y lo único que nos preocupa es que no les pase a los nuestros y miramos hacia otro lado cuando les pasa a los demás. Y eso no puede ser. Porque la salud mental es salud. Y es mental. Y nadie tiene en cuenta cuánto cuesta curar la mente. Tal vez por desconocimiento, tal vez por no implicarse, tal vez porque siempre ha sido un tema tabú y una etiqueta de sombra y aroma a locura… Sea cual sea la razón, las enfermedades mentales siguen estando a la orden del día y a peor, porque la sociedad, las redes, los niños de hoy en día, los adultos de hoy en día, son/somos valientes en verborrea y cobardes en humanidad. Y ese egoísmo, ese narcisismo y ese despotismo, nos pasa factura, como sociedad y como personas. ¿Cómo le explico yo a una niña de 8 años qué es la anorexia? Y peor, ¿cómo lo evito?. El mensaje es claro: basta ya. Basta de estereotipos, basta de tabús, basta de demostrar ombría con el sometimiento de otros, basta de querer demostrarles o demostrarnos que somos los más mejores, basta de compararnos, basta de ofender. Basta ya de mirar hacia otro lado. En el momento en que una persona sufre, se traza una línea roja que debiera ser infranqueable, para uno mismo, para los demás. De verdad, ¿qué sacamos de bueno de hacer que el de enfrente sufra? ¿Demostrar nuestro ego? Maldito ego que confunde el ser valiente con ser rastrero, y el ser guay con ser egoísta. Prioricemos lo humano, defendamos la bondad y la generosidad, rebosemos empatía. Yo no sé qué historia hay detrás de la chica de pantalón largo granate con blusa blanca, pero sí sé que le falta autoestima, que le ha faltado un “iros todos a la mierda” a tiempo, para crecerse y empoderarse. Porque ese espejo que debiera servirle para amarse es ahora su peor enemigo. Dejemos de mirar hacia otro lado y eduquemos en el respeto a la diversidad, en todos los sentidos.

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Martínez Comín